Una de las cosas por las que me siento afortunada es por la participación de la gente en la página de El Blog de Patricia en facebook, un  día tímidamente comenzó todo y poco a poco sin quererlo se ha creado una comunidad.  La idea de un foro real me ronda desde hace tiempo y a poco que pueda, lo haré, todo se andará.

Esta introducción es para comentar o hablar de una de esas personas que suele comentar a diario, su nombre: Ramón Ahuir Baraja.

Siempre reparé en sus comentarios, exactos, mordaces y con un conocimiento del calzado que hacía ver que era algo más que un chico que se asomaba por el blog en plan fetiche, destilaba amor, gusto por el calzado, rizando el rizo de vez en cuando, poniendo al zapato o al diseñador cuando procedía  en algún aprieto y haciendo que soltara alguna que otra carcajada.

Por las cosas del 2.0 compartió conmigo un post que había hecho sobre el calzado en su blog COMO HILO POR PUNTILLA y al leerlo sentí la necesidad de compartir y tuvo mucho éxito. ¡Alegre por ello!


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Aquí el post en cuestión: Ponte los zapatos de tacón y taconea

Pues... mil historias después, comparto un post que ha escrito para "El Blog de Patricia".

Siempre me han gustado los zapatos.


No es por casualidad, mis tatarabuelos por parte materna se dedicaban a la fabricación de zapatos artesanos en Gandia (Valencia), que mandaban a Italia. Los llamaban LOS DE LAS BURRAS DE ORO (me encanta el “mundo” apodo), por transportar en las alforjas de sus mulas el dinero que ganaban en su atelier. Desgraciadamente (o no) también les gustaba disfrutar de la vida plenamente y solo nos quedó un exquisito gusto a la hora de adornar los pies de nuestra familia, de las burras de oro “nothing the nothing”.

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Uno de los primeros recuerdos que tengo relacionado con los zapatos es ver como mi padre les sacaba brillo hasta convertirlos en espejos para los pies y es una costumbre que he heredado plenamente, no puedo salir a la calle con los zapatos o zapatillas sucias. Otro recuerdo que conservo es Leticia Sabater cantando rap, pero ese intento fulminarlo y hacerlo desaparecer de mi mente, sigo en tratamiento.


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En mi adolescencia me encantaba ver como mi madre cambiaba su postura corporal al subirse a unos tacones. Ceremonia que tampoco sucedía a menudo por ser mi madre una mujer muy práctica y ocupada, prefiriendo el paso firme y rápido al “deslizarse felino”. Eso si, jamás ha salido de casa sin maquillarse los labios de rojo.





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Soy muy fan de tener muchos pares de zapatos en casa y hasta donde mi bolsillo me lo permite compro todos los que puedo. Suelo buscarlos llamativos y con personalidad, no me importa demasiado ir haciendo el cuadro por la calle. Incluso, en algunas ocasiones, he construido mi look para una boda comprando primero los zapatos que la ropa (la casa por el tejado, que se suele decir). 


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Tengo libros sobre zapatos, recortes de revistas, imágenes de Internet, me gusta saber sobre su evolución a lo largo de la historia de la humanidad, los materiales, los patrones, las texturas,… Me apasiona observar los detalles de las costuras del talón, como está rematada la parte donde se une el zapato a la suela, la inclinación del tacón, … Hay algo que tengo pendiente (que pienso llevar a cabo), y es que quiero comenzar una colección de zapatos de mujer. No lo interpretéis mal, no para ponérmelos y dar carreritas y saltitos por el pasillo de casa. Solo por el simple deleite de observarlos, expuestos (y bien iluminados. Queridas, la iluminación es más importante que cualquier otro detalle. Si no me creéis, echadle un vistazo a cualquier vídeo de Madonna) en expositores de cristal.

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Son muchas las marcas, fabricantes y artesanos que admiro. Pero hay dos que destacaría y son Stuart Weitzman y Vicente Rey, al que he conocido recientemente gracias a este blog. Ambos me gustan por su manera, tan arquitectónica, de acercarse a la “construcción” de los zapatos. Como consiguen otorgarle a los pies la importancia y la presencia de unos buenos pendientes de esmeraldas y diamantes (engarzados en oro rosa, con plumas de pavo real, cuentas de jade y alguna perla,… Por cierto, ¿os he comentado que soy algo barroco?).



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 No se si es algo común pero me encanta observar la horma de los zapatos cuando los veo en las tiendas e imaginarme como será la persona que los comprará. Con zapatos discretos imagino gente discreta, tranquila, que camina despacio y disfrutando de los paseos por la tarde. Con los zapatos más atrevidos y de mucho tacón, imagino mujeres con mucha confianza en si mismas, que caminan rápido y mirando hacia delante, escuchando sus propios pasos. Debe ser inevitable alterar tu punto de vista sobre el mundo que te rodea cuando aumentas de tamaño y además caminas más sexy que normalmente.


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Hay algo que he hecho siempre: cuando me aburro dibujo zapatos en las libretas, en las revistas de casa, en las servilletas de papel, en cualquier lugar en el que pueda pintar un bolígrafo, y se me da bien, realmente. Es superior a mí, siempre son zapatos o botines de mucho tacón, con o sin plataforma, con correas, cadenas, esferas en los tacones, lengüetas, vueltas,… Me gusta dejar a mi imaginación volar libremente en cuanto al diseño de zapatos se refiere.

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Me despido de vosotras y vosotros  el post está aderezado con algunos de mis dibujos.


....y tras el post y su blog está Ramón.

Me dice que su zapato joya de la corona, es el armadillo de Alexander McQueen, pero da sus razones:

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"El armadillo me encanta por que me parece fabulosa la manera en que queda desdibujado y dibujado al mismo tiempo el píe. como zapato es un horror, pero como pieza escultórica es maravilloso. por otra parte, soy un frikazo del manga y creo saber a ciencia cierta que este bonito´feo zapato está copiado de las armaduras de las protagonistas de BUBBLEGUM CRISIS."

Tuvo un atelier de costura a medida, novias incluídas Garab Costura.

Licenciado en Bellas artes y ha finalizado un proyecto sobre escultura textil,  diseña y cose bajo el nombre de Rubia de Corazón.


... Y soy yo quien te da las gracias Ramón.

¡Buenos deseos!