Uno de los enigmas de la historia del arte es la obra de Miguel Angel. Una de sus piezas escultóricas representa su pie, su firma en una obra ausente de rúbrica. La perfección constructiva de la escultura hace que las exigencias físicas de su arte se concentren en su huella, su desnudez invita a la belleza a ser calzada, así es la experiencia de un pie desnudo, magnetiza.

En la mujer se los venera, sumisos a los pies de la pasión, la necesidad de ser
querida los viste de hermosos regalos que la colmen y la completen pues donde pisa es allí donde se halla el paraíso y nace todo hijo. Es halagada de las penas del patriarcado, consolada por todos con prendas que cubran la belleza frente a los otros amantes ya sólo grata para el esposo, el señor...lo demás es historia.

Freud le da un valor simbólico que interpreta como dominio, como la posesión... que quiere completar la desnudez de unos pies pequeños, delicados como la porcelana. También representa lo rastrero el inframundo, las tinieblas y el mal que arrastra con los pies aplastando a la bestia. Verla descalza, desnuda de todo adorno como las mujeres que vivían en las orillas con unas ramas con que guarecer su concupiscencia son llamadas rameras...

Los zapatos son parte inherente en la psique de la mujer, siempre son una debilidad que las conforma y define como una necesidad identitaria, rien ne plus entre la poética y la estética que el tiempo ha difuminado en poesía de los pasos quedos de la amante anhelada, e ir caminando hacia el futuro liberador, abordando la responsabilidad de su propio camino sin la protección masculina ni su complacencia y conquistar el lugar que le corresponde no en ese altarcillo familiar a la que la condenó el hombre para que fuese sumisa y obediente al poder del hombre, adornada de tarecos que solo hablan de dominios, ya no ser objetos sino ser Mujer, ni más ni menos.

By Cayo Jiménez 



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