El amor a unos zapatos de madera, by Margary Delgado

Sigo con esas colaboraciones que tanto me gustan, hoy nos acompaña Margary, amiga y como muchas, una enamorada de los zapatos. Desde siempre me alucinó su "pasión" por cualquier zapato de madera, .... ahora lo entiendo todo!....

Gracias Margary!!!

Se sentó un rato a la sombra del soportal del Parador como hacía casi todas las mañanas de aquel caluroso agosto. Desde allí veía a su primo corretear y prestaba atención a la conversación que los mayores mantenían. Sus padres, sus tíos, su abuela y una extraña pareja compuesta por un hombre moreno que parecía pertenecer a la familia y su pareja, una altísima mujer de fabulosa constitución y piel muy blanca, se estaban poniendo al corriente de sus vidas; entendió que hacía mucho tiempo que no se veían.

Aquella mujer rubia, de hermosos ojos azules, se acercó a ella y con el peor castellano del mundo le dijo:
- te voy a hacer un regalo, ¿qué quieres que te regale?
La niña le susurró al oído:
- Quiero unos zuecos pero mi madre no me deja.

Así llegaron mis primeros zuecos, regalo de una sueca. Me había salido con la mía, pensé que iba a tener un castigo, mi madre nada pudo hacer contra aquello salvo mirarme con paciencia. Mis primeros zapatos de madera desaparecieron antes de un año, como desaparecen algunas personas en las películas: “En extrañas circunstancias”

He tenido zuecos de todos los colores y modelos sembrando en casa sonadas controversias dialécticas entre mi madre y yo acerca de mi “cloc-cloc” escaleras arriba, escaleras abajo. Cuando llegué a mi lugar de residencia actual, San Cristóbal de La Laguna, se convirtieron en mi salvación. Siempre tenía los pies calientes y alejados de los charcos; eso sí, en escasas ocasiones iba a la moda.

Después de todas esas versiones de zuecos que afortunadamente duraban años, en los escaparates empezaron a aparecer zapatos de madera que, si eran de mi agrado, acababan en casa haciéndome cálida compañía.

Margary Delgado

Desear como siempre un fantástico día!